El tradicional sacrificio de los cerdos con el que muchas personas
se proveían de embutidos y carne para casi todo el año, no hace mucho tiempo,
se identificaba con San Martín. En su lugar ha quedado una fiesta tan
fantástica como la de Santa Cruz de Campezo y a la Montaña Alavesa en el
destino de miles de personas, cerca de diez mil, según la Organización.
Se
trataba, históricamente de una feria de ganado y productos agrícolas que ha ido
ampliando su oferta a numerosos productos y actividades, feria que se recuperó
en el año 1990, y que desde entonces "se ha convertido en un escaparate en
el que los agricultores, ganaderos y artesanos de la zona muestran sus mejores
productos".
Oportunidad para recordar la importancia del sector primario en Álava, no sólo en lo que a la gestión del territorio se refiere, sino en el mantenimiento de nuestra cultura y nuestra tradición. El "potencial" de Montaña Alavesa, que agrupa a más de 50 pequeños pueblos, y su carácter rural, agrario y turístico debe ser puesto en valor y destacar los productos de Montaña Alavesa como, por ejemplo, las legumbres, los embutidos, carnes, miel y trufa que se han podido degustar en este escenario.
Un año más, la Feria de San Martín ha contado con la tradicional exposición de ganado, artesanía, venta de productos típicos y gastronomía del País Vasco, además de demostraciones de doma, exhibición de bolillos, costuras, bailes típicos y un concurso gastronómico.
Preparaciones
que se presentaron al concurso gastronómico.
Miembros de Slow Food del Convivium Araba-Álava en plena faena de
la preparación de una alubiada preparada en nuestra cocina de campaña.
Nuestro convivium y nuestras comunidades del alimento son lugares
donde practicar y actuar a fin de que la parte de sistema viviente que nos ha
sido confiada, en la que estamos inmersos, funcione de manera constructiva. El
cambio, en la práctica, parte a escala local. Porque se supone que nosotros
conocemos nuestro territorio, con sus límites y hasta sus mínimos detalles, que
sabemos valorizar sus cualidades y corregir sus defectos, que lo sabemos
comprender y también tenemos la posibilidad de permanecer vigilantes sobre él.
En este contexto más natural que podemos hacer es apoyar y emprender prácticas
de escala local. Esto significa sobre todo construir economía local: cuidar de
la propia casa, del propio territorio, fomentando procesos virtuosos o enriqueciendo
los ya existentes. Se puede realizar en el ámbito de la producción de
alimentos, de la distribución o de las decisiones cuando hacemos la compra. En
una dimensión local es más fácil devenir coproductores. Debemos ayudar a los
productores para que se vean
gratificados, remunerados por una compensación justa, y para que
sus condiciones de vida sean dignas.
Este
año, también, la degustación popular, fue un total éxito ya que se sirvieron más
de 900 raciones de alubia arrocera. Excelente producto local que supieron
apreciar los visitantes a esta localidad. Esperamos que más de uno generalice
la compra habitual de esta joya gastronómica de la Montaña Alavesa.
En estas imágenes los ganadores del concurso gastronómico que
recibieron su premio de las autoridades Provinciales, Locales y por un miembro
de Slow Food.
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