martes, 31 de marzo de 2015

Presentación de Productos Alaveses en Bueu (Pontevedra) durante XVII edición de los Encuentros con el Millo Corvo

27-29 de marzo de 2015

Si bien es cierto que la dimensión local respeta las exigencias de los territorios, y podemos convertirnos en garantes activos de esta dimensión a través del acto de producir y seleccionar el alimento que comemos, nuestro convivium y nuestra comunidad del alimento son lugares donde practicar y actuar a fin de que la parte de sistema viviente que nos ha sido confiada, en la que estamos inmersos, funcione de manera constructiva. El cambio, en la práctica, parte a escala local, porque se supone que nosotros conocemos nuestro territorio, con sus límites y hasta sus mínimos detalles, que sabemos valorizar sus cualidades y corregir sus defectos, que lo sabemos comprender y también tenemos la posibilidad de permanecer vigilantes sobre él. La cosa más lógica que podemos hacer es apoyar y emprender prácticas de escala local. Actuar a escala local significa sobre todo construir economía local: cuidar de la propia casa, del propio territorio, fomentando procesos virtuosos o enriqueciendo los ya existentes. Se puede realizar en el ámbito de la producción de alimentos, de la distribución o de las decisiones cuando hacemos la compra. En una dimensión local es más fácil devenir coproductores. Se ayuda a los productores para que se vean gratificados, remunerados por una compensación justa, y para que sus condiciones de vida sean dignas.
Una de las formas de llevar esto a cabo es dando a conocer nuestros productos en el exterior, no tanto para propiciar su venta, que también, sino para elevar la autoestima de quien los produce y valorizar el propio producto
de la manera más objetiva que proporcionan las opiniones de las gentes de fuera de nuestro Territorio.
 Esta es la principal razón de que, con la colaboración de la Diputación Foral de Álava, Slow Food posibilitara la presentación de algunos de nuestros productos, productoras y productores en la localidad de Bueu (Pontevedra) donde se celebraba la XVII edición de los Encuentros con el Millo Corvo, 
 una peculiar variedad de Maíz negro, producto del Arca del Gusto de Slow Food Internacional.
En un mundo en el que la globalización cultural y gastronómica va ganando terreno, destaca la labor de recuperación etnográfica, gastronómica y cultural de la Asociación Cultural Meiro, en el ayuntamiento de Bueu (Pontevedra). Gracias a ella se ha recuperado el millo corvo (el grano tiene color negro, de ahí su nombre), peculiares mazorcas de maíz de color oscuro, variedad de las primeras que se sembraron en esa comarca.
En la jurisdicción de Morrazo, a la que pertenece Meiro, aparecen los primeros testimonios del cultivo de maíz en el año 1618, fecha en que el panorama productivo agrícola se transforma y sufre una evolución hasta que, ya a partir de 1720, el maíz domina totalmente el cultivo de cereal, significando para las gentes del campo casi la única cosecha de cereal (un 92% del total, frente a un 6% de centeno o un 2% de trigo). El millo corvo se plantaba hasta hace unas décadas entre las zonas boscosas y los sembrados y en lugares donde la tierra no era muy buena, sirviendo como pantalla protectora para otros cultivos por ser una variedad resistente. Pero poco a poco se fue imponiendo una variedad nueva más productiva, utilizada como pienso para los animales, haciendo que se dejase de cultivar las variedades de maíz existentes en la zona (corvo, blanco y reina) que eran utilizadas para consumo humano (pan, empanadas,etc.), provocando su práctica desaparición.

Para poder iniciar el proceso de recuperación de esta variedad de maíz, casi extinguida en el Morrazo, se buscaron los granos más adecuados por las aldeas de los alrededores y se recurrió a la memoria de los más ancianos del lugar para buscar asesoramiento sobre las técnicas para su cultivo, así como los usos y costumbres existentes alrededor de este cultivo. Se logró reconstruir su ciclo completo, no con el objetivo de obtener un rendimiento económico, sino para formar parte de una serie de actividades educativas, lúdicas y culturales sobre la sociedad tradicional. La Asociación ha creado una unidad didáctica (“A aventura do millo corvo na aldea de Meiro”)
para que los escolares, colectivos y particulares que lo deseen conozcan y participen en el proceso de recuperación de nuestras raíces.
Se trata de inculcar el respeto a la naturaleza, mostrando la utilización racional de los recursos naturales para la realización de las tareas, el conocimiento de las distintas muestras de arquitectura popular de la zona (horreos, molinos…), el respeto por el medio… En primavera se inicia la preparación del terreno y abonado del mismo para lo cual se utiliza el “esterco” (estiércol). Después se procede al arado manual de la tierra con la única pareja de bueyes de la Comarca del Morrazo, uncidos al arado mientras se van arrojando al vuelo los granos para, una vez efectuado el sembrado, proceder a pasar la “grade” que aplana la tierra.
Cuando la planta del maíz alcanza unos diez cms. se le da una cava profunda quitándole las hierbas. Posteriormente, cuando crece un poco más, se procede al arrendado, que consiste en una cava más superficial y de rareo, eliminando las plantas más bastas. En verano se efectúan los riegos, también en esta época se corta el pendón, parte superior de la planta (flor masculina), que puede ser utilizado como forraje, evitando con este corte que los vientos rompan la caña.
Por San Miguel se procede al corte y empalleirado (hacer los palleiros con la caña), con espiga y todo, tal como manda la tradición. Unos días después, con la luna menguante, siguiendo los consejos de los ancianos, el proceso de esfollada sirve para separar las espigas y el follaco para posteriormente transportarse en carros al hórreo para su almacenamiento. Las actividades se completan con la debullada (quitar el grano a la espiga) antes de llevarlos al molino y hacer la muiñada (molienda). Después se amasa con fermentos naturales y se cuece en hornos de leña, rematando todo el proceso con un encuentro etnográfico, gastronómico y cultural.
Cientos de personas se dan cita cada año en la pequeña aldea de Meiro a finales de marzo para degustar el pan corvo hecho con la harina oscura resultante de este tipo de maíz.
También se pueden degustar empanadas de algas, bacalao y zamburiñas de millo corvo, y otros manjares hechos con este maíz oscuro como tartas de almendras, de nuez y de manzana y bicas, todo ello regado con abundante vino de la tierra. Además de las actividades de degustación, la Asociación Cultural de Meiro promueve otras actividades como actuaciones folklóricas y trabajos tradicionales (cestería, juguetes, obradoiros de follaco, conferencias, proyecciones de vídeo…), además de una visita cultural al Muiño da Presa, lugar donde se molieron de forma tradicional los granos de este millo corvo y cuya actividad también han recuperado.
Durante estos días hemos presentado además del nuestro maíz local en forma de canutillos y tortas con chistorra de Aiala, nuestro txakolí, nuestras legumbres, nuestra patata, nuestros quesos de Artzai-Gazta, nuestra miel, cervezas alavesas, el potro de la montaña alavesa, tomates de Orbiso deshidratados y conservados, para la ocasión, en aceite de Rioja Alavesa, nuestra Sal de Salinas de Añana y por supuesto nuestros caldos estrella de Rioja Alavesa.
Comenzamos la jornada del sábado dando una conferencia sobre Slow Food y el trabajo que está desarrollando concretamente en el Territorio de Álava.
La carpa preparada en la feria estuvo abarrotada de asistentes de todas las edades que siguieron con muchísimo interés nuestros postulados. Seguidamente pasamos a presentar los productos alaveses y sus productores, antes de que Gaspar García y Maite González ayudados de l@s colaboradoras/es de Slow Food realizaran una demostración culinaria de tortas con chistorra y canutillos alaveses, además de una degustación de los productos anteriormente citados.
 Todos esperamos que este encuentro haya servido para incentivar a los asistentes a colaborar con el Convivium de Galicia y asociarse para multiplicar iniciativas como esta de la recuperación del Millo Corvo.

Durante la estancia en este hermoso territorio también tuvimos la suerte de ver joyas como los Muiños do Canudo (molinos de canudo), construcciones de los antepasados gallegos que han recuperado poco a poco. El Río de Frade nace en el pequeño valle que el Monte da Esculcay el Monte de Paralaia forman en los Montes de Ermelo, muy cerca de la Iglesia de Santiago de Ermelo. El río forma una "U" para juntarse después con el Rego Barranco Canudo a los pies del pequeño monte conocido como Castelló y así formar el Río Bispo que desemboca en el centro de Bueu. En este complejo de pequeños arroyos existen más de treinta molinos de aguas dispuestos en ambas orillas de todo el recorrido, además de una fuente del siglo XVIII y un viejo lavadero junto a la carretera. Entre el kilómetro 1 y kilómetro 2 de la carretera PO-320 que une Bueu con Cangas el río discurre por debajo de esta. Aquí comienza una hermosa ruta que nos llevará por una serie de molinos, cascadas, presas y canales hasta Meiro, donde está el último grupo de molinos, conocidos como de A Laxe, Santos e Vilas. Estos tres son los únicos existentes en este tramo que se están acondicionados desde el 2008, ya que el resto se encuentran en estado de abandono e incluso amenazando derrumbe. Sin duda este pequeño paseo es uno de las más hermosas muestras de arquitectura popular y de etnografía de todo el Morrazo.
Desde principios del año 2014 se viene hablando de una posible recuperación futura del entorno. Esperemos que así sea, pues el lugar lo merece.
 También nos dio tiempo a visitar el museo de Masso en Bueu

La sede del Museo es un antiguo edificio que formaba parte de la factoría de conserva de pescado Massó. Tiene su origen en la colección de estos empresarios que, desde 1932, se muestra al público como Museo Marítimo. El actual museo, dependencia de la Xunta de Galicia, se inaugura en 2002.
 Massó representa un importante ejemplo de la importancia que la pesca, la salazón y la conservera tuvieron en el desarrollo industrial de Galicia. La empresa Massó levantó fábricas tanto en el municipio de Bueu como en Cangas de Mozarro, ambas localidades ubicadas en la provincia de Pontevedra, concretamente en la península del Morrazo.

El Museo Massó se encuentra instalado en las naves industriales de la antigua conservera Massó Hermanos, en las cercanías del puerto de Bueu, en la ría de Pontevedra y en pleno corazón de la península del Morrazo. La idea de crear un museo fue sugerida por Guillermo Marconi durante la visita que realizó en 1928 a la Fábrica de conservas Massó. En el domicilio de la familia quedó sorprendido por la colección de instrumentos de navegación, documentos y libros antiguos, objetos curiosos y maquetas de barcos históricos. Siguiendo su consejo, los hermanos Massó levantaron una planta sobre lo más antiguo edificio de la fábrica, y en 1932 nacía el Museo Massó.
Con el tiempo, los testimonios de las factorías conservera y ballenera y la actividad pesquera fueron completando el perfil del museo. En 1994, después del cierre de la fábrica, el museo fue adquirido por la Xunta de Galicia. Hoy en el Museo Massó convive el patrimonio marítimo e industrial con el espíritu erudito del coleccionismo de otra época. Presenta una exposición permanente relacionada con el mar como fuente de recursos económicos: desde objetos procedentes de las antiguas fábricas de salazón y de conservas, hasta otros vinculados con la actividad pesquera, como la carpintería de ribeira, las artes de pesca o la caza de la ballena. El museo también dispone de una valiosa colección bibliográfica, de calidad excepcional, en la que los incunables merecen especial atención. Completa la exposición una sección dedicada a la navegación con una interesante colección de instrumentos náuticos y maquetas de embarcaciones históricas. 
La estancia en esta estupenda tierra no podía terminar sin paladear los exquisitos frutos que de ella emana así que, además de presentar nuestros productos tuvimos oportunidad de conocer y degustar también los de nuestros anfitriones.

 Para terminar agradecer en primer lugar el trabajo de nuestr@s voluntari@s de Slow que, como siempre, han estado a la altura, por encima de lo que se esperaban nuestr@s amig@s galleg@s.

 En segundo lugar a nuestros anfitriones encabezados por Victoria y Estrella Martínez Barreiro,

Vitoria-Gasteiz a 31 de marzo de 2015
Textos de Alberto Lopez de Ipiña.

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