27-29
de marzo de 2015
Una
de las formas de llevar esto a cabo es dando a conocer nuestros productos en el
exterior, no tanto para propiciar su venta, que también, sino para elevar la
autoestima de quien los produce y valorizar el propio producto
de
la manera más objetiva que proporcionan las opiniones de las gentes de fuera de
nuestro Territorio.
Esta
es la principal razón de que, con la colaboración de la Diputación Foral de
Álava, Slow Food posibilitara la presentación de algunos de nuestros productos,
productoras y productores en la localidad de Bueu (Pontevedra) donde se
celebraba la XVII edición de los Encuentros con el Millo Corvo,
En un mundo en el que la globalización cultural y gastronómica va
ganando terreno, destaca la labor de recuperación etnográfica, gastronómica y
cultural de la Asociación Cultural Meiro, en el ayuntamiento de Bueu
(Pontevedra). Gracias a ella se ha recuperado el millo corvo (el grano tiene
color negro, de ahí su nombre), peculiares mazorcas de maíz de color oscuro,
variedad de las primeras que se sembraron en esa comarca.
En la jurisdicción de Morrazo, a la que pertenece Meiro, aparecen
los primeros testimonios del cultivo de maíz en el año 1618, fecha en que el
panorama productivo agrícola se transforma y sufre una evolución hasta que, ya
a partir de 1720, el maíz domina totalmente el cultivo de cereal, significando
para las gentes del campo casi la única cosecha de cereal (un 92% del total,
frente a un 6% de centeno o un 2% de trigo). El millo corvo se plantaba hasta
hace unas décadas entre las zonas boscosas y los sembrados y en lugares donde
la tierra no era muy buena, sirviendo como pantalla protectora para otros
cultivos por ser una variedad resistente. Pero poco a poco se fue imponiendo
una variedad nueva más productiva, utilizada como pienso para los animales,
haciendo que se dejase de cultivar las variedades de maíz existentes en la zona
(corvo, blanco y reina) que eran utilizadas para consumo humano (pan,
empanadas,etc.), provocando su práctica desaparición.
Para poder iniciar el proceso de recuperación de esta variedad de
maíz, casi extinguida en el Morrazo, se buscaron los granos más adecuados por
las aldeas de los alrededores y se recurrió a la memoria de los más ancianos
del lugar para buscar asesoramiento sobre las técnicas para su cultivo, así
como los usos y costumbres existentes alrededor de este cultivo. Se logró
reconstruir su ciclo completo, no con el objetivo de obtener un rendimiento
económico, sino para formar parte de una serie de actividades educativas,
lúdicas y culturales sobre la sociedad tradicional. La Asociación ha creado una
unidad didáctica (“A aventura do millo corvo na aldea de Meiro”)
para que los escolares, colectivos y particulares que lo deseen
conozcan y participen en el proceso de recuperación de nuestras raíces.
Se trata de inculcar el respeto a la naturaleza, mostrando la
utilización racional de los recursos naturales para la realización de las
tareas, el conocimiento de las distintas muestras de arquitectura popular de la
zona (horreos, molinos…), el respeto por el medio… En primavera se inicia la
preparación del terreno y abonado del mismo para lo cual se utiliza el
“esterco” (estiércol). Después se procede al arado manual de la tierra con la
única pareja de bueyes de la Comarca del Morrazo, uncidos al arado mientras se
van arrojando al vuelo los granos para, una vez efectuado el sembrado, proceder
a pasar la “grade” que aplana la tierra.
Cuando la planta del maíz alcanza unos diez cms. se le da una cava
profunda quitándole las hierbas. Posteriormente, cuando crece un poco más, se
procede al arrendado, que consiste en una cava más superficial y de rareo,
eliminando las plantas más bastas. En verano se efectúan los riegos, también en
esta época se corta el pendón, parte superior de la planta (flor masculina),
que puede ser utilizado como forraje, evitando con este corte que los vientos
rompan la caña.
Por San Miguel se procede al corte y empalleirado (hacer los
palleiros con la caña), con espiga y todo, tal como manda la tradición. Unos
días después, con la luna menguante, siguiendo los consejos de los ancianos, el
proceso de esfollada sirve para separar las espigas y el follaco para
posteriormente transportarse en carros al hórreo para su almacenamiento. Las
actividades se completan con la debullada (quitar el grano a la espiga) antes
de llevarlos al molino y hacer la muiñada (molienda). Después se amasa con
fermentos naturales y se cuece en hornos de leña, rematando todo el proceso con
un encuentro etnográfico, gastronómico y cultural.
Cientos de personas se dan cita cada año en la pequeña aldea de
Meiro a finales de marzo para degustar el pan corvo hecho con la harina oscura
resultante de este tipo de maíz.
También se pueden degustar empanadas de algas, bacalao y
zamburiñas de millo corvo, y otros manjares hechos con este maíz oscuro como
tartas de almendras, de nuez y de manzana y bicas, todo ello regado con
abundante vino de la tierra. Además de las actividades de degustación, la
Asociación Cultural de Meiro promueve otras actividades como actuaciones
folklóricas y trabajos tradicionales (cestería, juguetes, obradoiros de
follaco, conferencias, proyecciones de vídeo…), además de una visita cultural
al Muiño da Presa, lugar donde se molieron de forma tradicional los granos de
este millo corvo y cuya actividad también han recuperado.
Durante
estos días hemos presentado además del nuestro maíz local en forma de
canutillos y tortas con chistorra de Aiala, nuestro txakolí, nuestras
legumbres, nuestra patata, nuestros quesos de Artzai-Gazta, nuestra miel,
cervezas alavesas, el potro de la montaña alavesa, tomates de Orbiso deshidratados
y conservados, para la ocasión, en aceite de Rioja Alavesa, nuestra Sal de
Salinas de Añana y por supuesto nuestros caldos estrella de Rioja Alavesa.
Comenzamos
la jornada del sábado dando una conferencia sobre Slow Food y el trabajo que
está desarrollando concretamente en el Territorio de Álava.
La
carpa preparada en la feria estuvo abarrotada de asistentes de todas las edades
que siguieron con muchísimo interés nuestros postulados. Seguidamente pasamos a
presentar los productos alaveses y sus productores, antes de que Gaspar García
y Maite González ayudados de l@s colaboradoras/es de Slow Food realizaran una
demostración culinaria de tortas con chistorra y canutillos alaveses, además de
una degustación de los productos anteriormente citados.
Todos esperamos que este encuentro haya servido para incentivar a
los asistentes a colaborar con el Convivium de Galicia y asociarse para
multiplicar iniciativas como esta de la recuperación del Millo Corvo.
Durante la estancia en este hermoso territorio también tuvimos la
suerte de ver joyas como los Muiños do Canudo (molinos de canudo),
construcciones de los antepasados gallegos que han recuperado poco a poco. El
Río de Frade nace en el pequeño valle que el Monte da Esculcay el Monte de
Paralaia forman en los Montes de Ermelo, muy cerca de la Iglesia de Santiago de
Ermelo. El río forma una "U" para juntarse después con el Rego
Barranco Canudo a los pies del pequeño monte conocido como Castelló y así
formar el Río Bispo que desemboca en el centro de Bueu. En este complejo de
pequeños arroyos existen más de treinta molinos de aguas dispuestos en ambas
orillas de todo el recorrido, además de una fuente del siglo XVIII y un viejo
lavadero junto a la carretera. Entre el kilómetro 1 y kilómetro 2 de la
carretera PO-320 que une Bueu con Cangas el río discurre por debajo de esta.
Aquí comienza una hermosa ruta que nos llevará por una serie de molinos,
cascadas, presas y canales hasta Meiro, donde está el último grupo de molinos,
conocidos como de A Laxe, Santos e Vilas. Estos tres son los únicos existentes
en este tramo que se están acondicionados desde el 2008, ya que el resto se
encuentran en estado de abandono e incluso amenazando derrumbe. Sin duda este
pequeño paseo es uno de las más hermosas muestras de arquitectura popular y de
etnografía de todo el Morrazo.
Desde
principios del año 2014 se viene hablando de una posible recuperación futura
del entorno. Esperemos que así sea, pues el lugar lo merece.
La sede del Museo es un antiguo edificio que formaba parte de la
factoría de conserva de pescado Massó. Tiene su origen en la colección de estos
empresarios que, desde 1932, se muestra al público como Museo Marítimo. El
actual museo, dependencia de la Xunta de Galicia, se inaugura en 2002.
Massó
representa un importante ejemplo de la importancia que la pesca, la salazón y
la conservera tuvieron en el desarrollo industrial de Galicia. La empresa Massó
levantó fábricas tanto en el municipio de Bueu como en Cangas de Mozarro, ambas
localidades ubicadas en la provincia de Pontevedra, concretamente en la
península del Morrazo.
El
Museo Massó se encuentra instalado en las naves industriales de la antigua
conservera Massó Hermanos, en las cercanías del puerto de Bueu, en la ría de
Pontevedra y en pleno corazón de la península del Morrazo. La idea de crear un
museo fue sugerida por Guillermo Marconi durante la visita que realizó en 1928
a la Fábrica de conservas Massó. En el domicilio de la familia quedó
sorprendido por la colección de instrumentos de navegación, documentos y libros
antiguos, objetos curiosos y maquetas de barcos históricos. Siguiendo su
consejo, los hermanos Massó levantaron una planta sobre lo más antiguo edificio
de la fábrica, y en 1932 nacía el Museo Massó.
Con el tiempo, los testimonios de las factorías conservera y
ballenera y la actividad pesquera fueron completando el perfil del museo. En
1994, después del cierre de la fábrica, el museo fue adquirido por la Xunta de
Galicia. Hoy en el Museo Massó convive el patrimonio marítimo e industrial con
el espíritu erudito del coleccionismo de otra época. Presenta una exposición
permanente relacionada con el mar como fuente de recursos económicos: desde
objetos procedentes de las antiguas fábricas de salazón y de conservas, hasta
otros vinculados con la actividad pesquera, como la carpintería de ribeira, las
artes de pesca o la caza de la ballena. El museo también dispone de una valiosa
colección bibliográfica, de calidad excepcional, en la que los incunables
merecen especial atención. Completa la exposición una sección dedicada a la navegación
con una interesante colección de instrumentos náuticos y maquetas de
embarcaciones históricas.
La
estancia en esta estupenda tierra no podía terminar sin paladear los exquisitos
frutos que de ella emana así que, además de presentar nuestros productos
tuvimos oportunidad de conocer y degustar también los de nuestros anfitriones.
Para terminar agradecer en primer lugar el trabajo de nuestr@s voluntari@s de Slow que, como siempre, han estado a la altura, por encima de lo que se esperaban nuestr@s amig@s galleg@s.
Vitoria-Gasteiz
a 31 de marzo de 2015
Textos de Alberto Lopez de Ipiña.
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