Llegamos a la Taberna La Puñalá, casa de comidas, vinos y delicattessen sobre las 3 de la tarde y enseguida nos acomodamos en el comedor.
Ya en la mesa nos ofrecieron un aceite que se produce en Ledesma procedente de olivas cosechadas por vareo al principio de su maduración y molturadas dentro de las seis horas desde la recogida. Es un aceite de oliva virgen extra de aroma intenso a aceituna y connotaciones afrutadas como manzana, almendra verde, ligero tomate y algo de alcachofa. Amargor y picor correctos.
Los entrantes los tomamos con un vino Arribes de Vettonia, es un vino que procede de uvas malvasía, con 12 º % alc. en volumen, en boca la acidez es equilibrada y de tacto suave.
En nariz se detectan aromas florales. Su color es amarillo pajizo. Es un vino que hay que tomarlo frío.
Decoración de una de las paredes del local.
La ingesta de alimentos comenzó con un gazpacho de fresones con crujiente de jamón ibérico con ventrisca de bonito en aceite.
Al gazpacho de fresones le siguió un milhojas de berenjena con cofit de pato y un suflé de ajo tostado coronaba la milhojas, esta descansaba sobre salsa de tomate casera y reducción de vinagre balsámico.
Al confit le siguió un bacalao al pilpil con crema de boletus. El pil pil bien ejetudo y con el grado de emulsión en su justo punto. El contraste ente crema de boletus y pil pil muy agradable.
Silvia comentándonos el próximo plato que se iba a servir. Todos los platos vinieron con su carnet de la cocina.
El tinto que se tomó fue un Abadengo de D.O Arribes con 6 años, procedente de uvas autóctonas Juan García con 12 meses en roble francés, su color es entre rojo rubí tirando y granate. En nariz es intenso con ligeros toques de madera que dan paso a aromas de frutas del bosque, en boca es estructurado con cierta agresividad, el retrogusto prolongado donde aparecen las sensaciones frutales. Un buen vino para acompañar carnes, setas y platos fuertes de caza.
Para rematar los platos salados vino un paquete de pasta brick en cuyo interior estaba relleno con carrillera y verduras, el brick descansaba sobre salsa española.
El postre era una composición de una crema de naranja sobre la que descansaban frutas frescas. Un postre refrescante y bien combinado.
La comida ha sido muy bien elaborada y presentada, todos los platos bien conjuntados. Solo me pareció que el paquete de brick era excesivo el tamaño, pero en descargo de la cocina también tengo que decir que veníamos de casi tomar una comida en La Fernandica.
El trato del personal fue excelente y las mesas amplias y bien vestidas.
En definitiva se puede recomendar sin que luego vengan a decirte “a menudo sitio me mandaste”.
En esta fotografía tenemos a la izquierda Silvia propietaria con otros 5 socios y María la cocinera, que se suele tomar un año sabático cada 3 de trabajo que lo va a comenzar en este mes de junio.
En la fotografía todo el personal del resturante.
Contrataron a María, ya que estaba terminando su año sabático anterior, a María le gustó el proyecto y se decidió y fue contratada, con gran alivio de Silvia ya que necesitaban un buen profesional de cocina y María lo era.
María nos comentó que los principios fueron duros ya que la gente de los aledaños no estaban acostumbrados a un menú elaborado y con toques de vanguardistas, como dijo aquí lo que privaba es el chuletón y la tarta al whisky.
Pero con dedicación y esfuerzo el proyecto ha salido adelante y ahora son muchos los clientes que tienen aunque todavía dominan los foráneos.
El restaurante cambia la carta por temporadas.
La despensa de este restaurante es atípica ya que los productos están guardados en una caja fuerte, que como veis es gruesa y fuerte,Otra vista de la puerta de la despensa. Txave (Elcocinerofiel) observando el cierre de la despensa, ¿Planeas un asalto?.
¿Tanto valor guardan tras esta puerta? Por supuersto que sí ya que los productos que emplean son de primera calidad, aunque todo tiene su explicación, este edificio fue un banco antes de comenzar la vida de este restaurante.
El restaurante trabaja tanto como puede con productos de la zona.
Los menús de la carta están escritos en 5 ritmos musicales, como así son diferentes los ritmos en una comida, Adagio, In crescendo,
Piano, Allegro y Allegro non tropo, los precios son normales, ni caros, ni baratos.
Menú degustación tuvieron en su día pero no fue aceptado en términos generales por los clientes, que como ha quedado dicho en un principio eran más de chuletón y raciones generosas.
Muchas gracias a todo el elenco de Bodega La Puñalá, por hacernos pasar un rato tan agradable.
Ya solo faltaba meterse en el autobús y partir para Zamora, que después de un breve descanso en el hotel iríamos a cenar al Don Sancho, pero esto irá en otra entrega.
1 comentario:
Menuda tourné gastronómica, hay de todo y para todos los gustos. Esto es cultura viva y coleando Apicius. Excelente reportaje.
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